Sin barco ni dignidad
Dicen que la dignidad nunca se pierde en el ser humano, que la tiene sólo por serlo. Pero yo la he regalado. Se escurrió entre mis lágrimas, paseó por mi pecho y en el borde de mi cintura saltó a tu mano. Miraste al cielo, pensando que llovía. Yo seguí llorando.
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