Te has encargado de romper el cuento de hadas. Cogiste un hacha, y como una energúmena te dedicaste a destrozar todo lo que una vez tuvo una imagen y un sentido.

Estás loca. Amas el dolor y el sufrimiento, la soledad y los demonios interiores. Me tenías colgando en tus manos y aún así no te importó bajar a los infiernos. Se te chamuscó el pelo, a mi el alma y desde entonces (mírame si te atreves) estoy muriendo.

Tan estúpida como para no entender mis palabras. Tan canalla como para no intentarlo. ¿Realmente llegaste a creer que me querías? ¿Llegaste a creer que un ser cómo tú sabía amar? No. No sabes amar, ni desamar. Sólo sabes ser abandonada, que es lo que logras en cada jornal que te ponen en la mano. Sólo sabes emborracharte y decir tonterías, reírte de crueldades sin gracia, animar los partidos en una abceso de atapuerquismo. Ni siquiera sabes follar, porque sólo te gusta hacerte a ti el amor.

Y sigues destrozando cada día de tu vida. Deberías estar prohibida, por perjudicial para la salud.