No me defendiste cuando tenías que hacerlo.

Creíste a aquellos que me vitupendiaban.

Me dejaste como si yo fuera unos zapatos gastados fuera de tiempo. Abandonados a su suerte en un contenedor, sin probarlos ni una vez más.

Te importó nada si yo sufría o dejaba de hacerlo. Y si te importó fue para alejarte y no hacerte sentir bajo el yugo de la culpabilidad.

Vuelves cuando te apetece con palabras desgastadas que ya no dicen nada. No piensas en mí, sino en lo catártico que es soltar un par de lágrimas por lo que fue y no es.

Eres cobarde, aunque digas lo contrario. Te pudo el pragmatismo al amor. Que el amor es un arte muy difícil, que no siempre te da orgamos, mientras que la caja siempre te da codicia.

No volvería contigo ni aunque fueras la última persona de la Tierra. De hecho, me haría zoofílica si hiciese falta. Si hiciese falta...